Si nunca antes has estado en una cata de vinos de Rioja, es posible que te resulte extraño que nos refiramos a su aroma en función de tres categorías: los primarios, los secundarios y los terciarios. Sin embargo, cuando llegues al final de este artículo dispondrás de las nociones necesarias para empezar a apreciar los diferentes matices que se pueden percibir a través del olfato. ¿Te atreves a hacer la prueba?
No desestimes tus capacidades olfativas
En cuestión de recuerdos, la nariz es toda una campeona. No podemos ponernos al nivel olfativo de otros animales como los perros o los elefantes, pero lo cierto es que a través del olfato somos capaces de retener hasta un 35% de nuestros recuerdos frente al 21% de la vista o el 17% del oído.
No en vano, sin la intervención del olfato no seríamos capaces de percibir el sabor de los alimentos que ingerimos. Precisamente por este motivo su papel es fundamental a la hora de identificar todos aquellos matices que hacen que cada vino tenga sus particularidades.
Olor y aroma, ¿son lo mismo?
La primera cata de vinos es una experiencia muy interesante para todos los sentidos. No obstante, hoy nos detendremos en el que probablemente sea el más complicado de adiestrar: el olfato.
Para empezar, debes saber que durante las catas el término ‘olor’ se emplea únicamente para aquellas impresiones que tienen connotaciones negativas mientras que se utiliza el concepto ‘aroma’ para hacer referencia a las notas positivas que se extraen de esta experiencia. Una vez aclarado este punto, ¿qué te parece si pasamos a la acción?

Clasificación de los aromas del vino: primarios, secundarios y terciarios
Otra de las particularidades de las catas de vino es que no todos los aromas se encuentran a un mismo nivel sino que se dividen en tres categorías. Esta distinción se emplea para un mejor reconocimiento de las características de cada caldo estableciendo una diferenciación que tiene mucho que ver con las diferentes etapas que atraviesa el vino desde la preparación de la tierra hasta que se sirve en la copa.
Aromas primarios
Si te dijéramos que la primera impresión que ofrece el aroma del vino proviene de la base, ¿a qué crees que nos estamos refiriendo? Sí, los aromas primarios son todos aquellos que entroncan con aspectos como la composición del suelo, la variedad de la uva, el lugar en el que ha sido cultivada, las características climáticas de la zona o el proceso de vendimia.
Dentro de los aromas primarios encontraremos notas frutales, florales y vegetales que inconscientemente te harán pensar en manzanas, en rosas, en frutas del bosque, en la flor del melocotón, en los cítricos… Concéntrate en este tipo de aromas. ¿Eres capaz de distinguir alguno en tu copa de vino?
Aromas secundarios
La fermentación alcohólica o malo láctica del vino es la que determina cuáles son los aromas presentes en este nivel secundario. Para que tengas un punto del que partir, piensa que cuanto mayor azúcar contienen las uvas, mayor será la presencia de estos aromas secundarios.
¿A qué aromas en concreto nos estamos refiriendo? En este segundo bloque tendrás que concentrarte en tres tipos de ingredientes: las levaduras que te hacen pensar en panes, bizcochos y bollerías, los lácteos como el yogur, el queso o la leche y los amílicos, esos alcoholes que te recuerdan de refilón al aroma de un barniz o de un esmalte de uñas. Una combinación extraña, pero la más dulce de todo el proceso de cata. No obstante, en Finca Vistahermosa tratamos de reducir al mínimo todos los procesos químicos para que el vino te de aroma en lugar de olor.

Aromas terciarios
El último apartado de los aromas seguro que te suena algo más, porque es lo que se conoce como el bouquet. Estos aromas son el resultado del proceso de maduración y crianza del vino, por lo que de ellos obtendrás impresiones que te llevarán a pensar en madera, frutos secos, tabaco, café, ahumados…
Éste es el nivel en el que los expertos determinan la ‘complejidad’ del vino, su carácter y su excelencia. Tómate tu tiempo en averiguar qué es lo que se esconde entre los aromas terciarios, ¡aquí es donde el vino se la juega!
Ahora ya lo sabes: a una buena cata hay que echarle narices. Aprende a adiestrar tu olfato para que la próxima vez que vayas a tomar un vino tengas la capacidad de identificar su aroma a estos tres niveles. Una nariz bien enseñada es un instrumento sensacional para determinar la calidad de lo que te estás tomando.